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En su nueva novela, Dahlia de la Cerda reinterpreta la figura mitológica de Medea desde la contemporaneidad: si la Medea clásica era una joven con el cabello largo y oscuro, de rasgos exóticos y que vestía ropas orientales, esta nueva Medea va «toda vestida de negro, con unas trenzas africanas muy perritas» al volante de su Jetta y al ritmo de perreo y electrocorridos.
 
A partir de seis relatos individuales, aunque interconectados, atendemos a la cruda realidad del México del siglo XXI. Medea, testigo de ese abuso, actúa como hilo conductor del relato y aparece para ayudar a diferentes mujeres; algunas quieren abortar, otras tener a su bebé como forma de resistencia, algunas solo quieren encontrar a su hijo, otras salir de la jaula de oro en la que se encuentran prisioneras. Sin juzgar sus situaciones y las decisiones que las han llevado hasta ese punto, Medea las socorre, a todas, tejiendo junto a ellas una red de cuidados femeninos.
 
En Medea me cantó un corrido el lector encuentra una realidad tan cercana como desconocida: un espacio repleto de desapariciones, feminicidios y abusos relatados desde la brutalidad. Solo Dahlia de la Cerda es capaz de combinar la crueldad subyacente con un humor mordaz y emergente, todo ello acompañado por el ritmo de la música electrónica.