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El jacarandá, este árbol tropical tan frondoso con vistosas flores azuladas, es aquí un símbolo de memoria, resiliencia, silencios y reconciliación. Gaël Faye, después de publicar hace años Pequeño país, vuelve con fuerza y nos cuenta los últimos treinta años de la historia de Ruanda y de su época más trágica.

Milán, doce años, no sabe mucho del país de su madre hasta que, en 1994, su familia acoge, en su casa en París durante algunas semanas, a Claude, un ruandés de su edad «herido en la guerra». Cuatro años más tarde, Milán acompaña a su madre a Kigali, ciudad de la que ella huyó hace más de veinticinco años. Un primer contacto en el que el adolescente descubre el peso de los silencios sin ver ni entender muy bien lo que pasa a su alrededor. A pesar de todo, el país le fascina. Con veintitrés años decide volver, dedicando un trabajo de máster en derecho sobre los tribunales populares que el gobierno ruandés ha implementado para juzgar los crímenes del genocidio. Con el tiempo y los testimonios de amigos y conocidos, Milán empezará a ver, a escuchar y a descifrar la historia de este país; el «trabajo» de los milicianos, las masacres, las violaciones, las huidas, los expolios, pero también la esperanza y el perdón. Instalándose en Ruanda, Milán intentará interpretar el silencio de su madre y desenterrar los secretos de su propia familia y contribuirá, a su escala, a la reconstrucción del país para las generaciones venideras.