Les nostres recomanacions i propostes

El Museo del Prado ha cumplido doscientos años. Después de varios meses de celebraciones ha culminado su bicentenario con una exposición dedicada a la obra gráfica de Goya que aún puede verse en las salas del museo.
 
Casi cien años antes la pinacoteca exhibía otra muestra en torno a la figura de Goya que conmemoraba el centenario de la muerte del pintor. Era el año 1928 e Ivo Andric acababa de fijar su residencia en Madrid. Mientras recorre las galerías del Prado queda sobrecogido ante lo terrible, pero a la vez sublime de las obras del genio. Este es el punto de partida del ensayo que, oportunamente, acaba de publicar Acantilado y que comprende dos textos breves.
 
El primer pasaje es un fugaz viaje a la contradictoria vida del artista. Mujeriego, descarado y vividor  llega a lo mas alto de su carrera al convertirse en pintor de corte. Vive su juventud abrumado por el lujo de la nobleza hasta que la enfermedad y las atrocidades de la guerra le lanzan al abismo. Comienza entonces, a prestar atención a temas más oscuros, a las miserias y desgracias de las clases humildes. De repente se revelan ante él las debilidades humanas y sus bajas pasiones que darán origen a las procesiones de monstruos de sus últimos años.
 
En la segunda parte Andric describe un encuentro imaginario con el artista en Burdeos. Más que una conversación con el pintor nos encontramos ante un monólogo, en el que ese Goya ficticio reflexiona sobre su manera de entender el arte y la vida. Es el discurso desencantado y torturado de un hombre que ha perdido la fe en el mundo y en sí mismo.