Después de casi dos mil años, hoy nos llega aquello que Marco Aurelio escribió: «¡Qué rápido se desvanece todo! ¡El hombre en el teatro de la vida y su memoria en la sucesión de los siglos!». Y parece que este tiempo que comprende desde su escritura hasta su lectura convierte estas palabras en estacas de resistencia. Este libro se inscribe en la larga tradición de los escritos en primera persona, con un cierto carácter moralizador; estas meditaciones, confesiones, autobiografías, que otros autores como san Agustín, Rousseau o Thoreau también desarrollarían, tienen una cierta vocación de presentarse al público, pero desde un trabajo en la intimidad. En este caso, Marco Aurelio se propone un «saber del mundo», como diría Foucault, a través del descriframiento de su propia interioridad. Por ello el lector puede reconocer una serie de valores inscritos en un momento histórico muy específico, que podrá poner en tela de juicio, pero al mismo tiempo encontrará otros por los que se sentirá apelado y que Marco Aurelio reconoce. La lejanía de
Pensamientos para mí mismo lo hace problemático y contradictorio, y por ello resulta tan fascinante. La voluntad de Marco Aurelio de engrandecer el alma y liberarla hace diminuto el abismo entre entonces y hoy.
Sergi Álvarez Riosalido