Huida, esperanza, pérdida, reencuentro y azar. En
Las edades de la rata, Martín López Lam (Lima, 1981) explora las realidades del migrante: fractales, líquidas y caprichosas, siempre hambrientas; a través de dos historias que se rozan sin verse, dos momentos de un Perú golpeado una y otra vez por la desgracia, ya sea la guerra, la enfermedad, los desastres naturales o la crisis económica, tan alejados en el tiempo (casi ochenta años) como parejos por la fisicidad de la puesta en página de Lam, con los dos pies bien puestos en la vanguardia del cómic contemporáneo. El autor limeño se encuentra cómodo en esta dinámica entre la innovación formal y el vigor clásico de un relato que, inevitablemente, nos suena a territorios ya explorados por sus mayores en la literatura; y no queríamos acudir al realismo mágico, pero la aparición de algún que otro espectro fabulador nos lo pone realmente difícil. Y, sin embargo, es en este territorio de ensoñación donde se encuentran los mayores hallazgos de una obra (la secuencia de la tormenta, los animales protectores) que supone una nueva bifurcación en el camino de un artista mutante que aspira a que su trabajo, ahora, además de ser visto, sea leído.