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El vientre de Nápoles, de Matilde Serao, es un texto tan imprescindible como incómodo. Publicado tras la epidemia de cólera de 1884, se sitúa a medio camino entre el periodismo, la literatura y la denuncia social. La autora retrata con lucidez la miseria estructural de la ciudad, no desde la compasión, sino desde una mirada crítica que politiza el sufrimiento y expone con firmeza la responsabilidad del abandono institucional.
 
A través de crónicas directas y profundamente sensibles, Serao nos conduce al vientre de Nápoles, no solo como espacio físico, sino como símbolo del corazón ignorado de la ciudad. Su prosa articula una crítica feroz al clasismo y a la indiferencia. No ensalza la pobreza, sino que la denuncia como una construcción social injusta, con una conciencia de clase y de género que la emparenta con autoras como Natalia Ginzburg o Anna Maria Ortese. El vientre de Nápoles nos obliga a preguntarnos a quién beneficia la miseria, quién la silencia y por qué sigue vigente doscientos años después. Más que un testimonio histórico, es un texto profundamente actual. Un ejemplo claro de cómo la literatura puede y debe incomodar, interpelar y exigir memoria.