Quizá no escribir. Pero, ¿y leer después de Auschwitz? Ante el veredicto de Adorno, cualquier voluntad artística quedó bajo sospecha tras la experiencia del Holocausto, o
Shoah, en los campos de exterminio. La necesidad de plasmar a través del lenguaje una vivencia o testimonio particular se materializó en múltiples publicaciones, ya fuesen en forma de novela, crónica o ensayo; menos común, es verdad, desde la poesía. Una Europa fragmentada y fragmentaria conseguía así resarcirse o condenarse para siempre en la búsqueda de un relato colectivo y conciliador: tantos testigos como voces. A lo que cabría preguntarse, ¿quiénes pueden contar? ¿qué textos salvar? Estas y otras preguntas se plantea Mercedes Monmany en
Ya sabes que volveré. A través de las escrituras íntimas de tres grandes autoras judías –Etty Hillesum, Gertrud Kolmar e Irène Nemirovsky– el lector conoce
otras historias, otras historias de
aquel campo, al calor de diarios, cuadernos y cartas: textos que, como imágenes en una fotografía, regresan para ser leídos. Porque toda lectura es otra forma de escritura o interpretación.
Andrea Toribio