Es decir que vivimos en el mejor de los mundos posibles, y ya se oye la risa irónica que protagoniza el
Cándido de Voltaire o los lamentos provocados por el terremoto de Lisboa. Sin embargo, Leibniz sostuvo esta idea a lo largo de toda su vida, pero no desde un optimismo metafísico ingenuo, sino desde la firme creencia en la posibilidad de mejora. El erudito veía el mundo desde sus posibilidades, las cuales irían aumentando gracias a la investigación en la ciencia y en la tecnología, y en lo que él colaboraría hasta el día de su muerte. Desde su lenguaje para el cálculo infinitesimal y la posibilidad de resumir con claridad aquello matemáticamente infinito hasta la posibilidad de organizar la realidad de forma binaria para poder hacer cálculos sobre el mundo y el conocimiento de forma sencilla y eficiente. El mundo encierra en sí mismo la posibilidad de su optimización. Incluso el mal aparece como aliciente para el bien.
Articuladas alrededor de siete días, Michael Kempe nos va conduciendo por las aportaciones en filosofía y matemática del polímata alemana, señalando el primer día que utilizó su sistema de notación del cálculo infinitesimal o la primera vez que escribió el concepto de mónada. La enorme cantidad de anotaciones, correspondencia y fragmentos escritos durante su vida le permitirá reconstruir con excepcional claridad esta biografía intelectual de una de las figuras más prominentes del barroco europeo.