Cuando Miguel Ángel Hernández empezó a pensar en su siguiente novela, se dio cuenta de que había una historia arraigada en su interior que merecía ser contada. Cuando el autor era un adolescente, su mejor amigo mató a su hermana y se suicidó, tirándose por un barranco, en una pequeña localidad cerca de Murcia. En esta novela, Hernández pone palabras, por fin, a este crimen que dejó arrinconado en su mente pero que, sin saberlo en el momento, cambiaría su vida para siempre. Al igual que Carrère en
De vidas ajenas, un hecho real de su vida le sirve al autor para plantear preguntas universales sobre el bien y el mal, la amistad y la memoria.
El dolor de los demás es el intento, obsesivo y minucioso, de reconstruir e intentar entender qué pasó aquella Nochebuena del año 1995. Es el viaje de ida y vuelta a su herida más profunda, y la confrontación a los fantasmas de todo un pueblo. El libro es, por encima de todo, un homenaje sincero y respetuoso a los que vivieron también aquel episodio, y un reconocimiento a su dolor.