«El lugar silencioso» (
Das stillen Ort) es una expresión alemana que designa, en un sentido irónico y eufemístico, el váter. Este lugar, que podríamos tratar como un no lugar, ha acompañado a Handke toda su vida. Durante su niñez, como lugar de asilo; algo se rebelaba en él cuando se encontraba en grupo, «el lugar silencioso» se convirtió en escondite. Entrada su juventud, dejó de necesitar ese espacio para refugiarse; entre el tumulto, lo creaba mirando atentamente a las hojas, a las vías de tren… que levantaban a su alrededor muros imaginarios de protección. Pero, más adelante, volvió al lugar silencioso original como lugar para la imaginación. Si bien el exterior motivó su necesidad, más tarde el baño se convirtió en un lugar real, se abrió ante él un espacio en el que desarrollar otras prácticas. Anatomizó cada rincón, tomó notas de los mensajes que muchas veces nos ofrecen, ideó este ensayo y visitó, a raíz de ello, los lugares silenciosos de cada sitio al que iba.
Por su relación con este espacio, Handke nos narra recuerdos de infancia, viajes de juventud y de madurez. Y nos cuenta, por la relación con el afuera que surge en este lugar, cómo conformó su identidad.