Les nostres recomanacions i propostes

«El mundo debería ser un lugar seguro para los marginales (...), la gente siempre debería tener la posibilidad de sentarse en la vereda de brazos cruzados (...). Estoy totalmente a favor de los desviados». Con esta respuesta a una de las preguntas de Jonathan Cott, Susan Sontag confiesa en cierto modo algo que está presente a lo largo de toda esta entrevista que concedió a la revista Rolling Stone en junio de 1978 –pero también en toda su trayectoria como autora–: Sontag se muestra como marginal en la medida que su trabajo consistiría en destruir lo que ella misma habría hecho anteriormente. Explica Jonathan Cott a modo de anécdota que, después de encontrarse en París para esta entrevista, Sontag le pidió que se vieran lo antes posible para acabarla, ya que no quería que pasara demasiado tiempo y acabara respondiendo otra persona distinta a ella. Este movimiento constante del pensamiento en relación a tantos temas (como la propia identidad, la experiencia y la representación de la enfermedad, la escritura, el amor, las relaciones personales, la cultura popular, las diferencias sexuales y de género, las drogas, la maternidad, así como un larguísimo etcétera) es, al fin y al cabo, el hilo para seguir las reflexiones de esta autora que, por otro lado, más allá de la erótica de las relaciones que defendía, decidió establecer un antagonismo feroz contra la falsedad en todas sus formas.