Gabinete de sombras

Todo lo que no se dice, todo lo que se omite u oculta, lo señala Paula Noya desde un aire de retirada, de distanciamiento de los asuntos que aborda. Esa aparente frialdad destila las cosas, y retira el aderezo cómodo a la mirada. Aborda rituales íntimos o sociales, pequeñas miserias del alma o batallas mundanas, que en su modo de cocinarlas, y ante nuestra perpleja mirada, las descarna de amabilidad y condimento. En “Nazarenos”, los trajes, las telas, ocultan cuerpos: tristes bultos de carne adornados con vestidos humildes, símbolos de nuestro “deseo de parecer”, de ser parte de rituales que en su origen les eran negados a los pobres. En los "Caballeros del casco florido", las flores que emergen de los cascos contradicen la dureza de la armadura. En los bodegones de “Servicio Completo”, genera la autora perturbación y repulsa mostrándonos vísceras y despojos, trozos, fragmentos…todo aquello que duerme bajo la piel de ese cuerpo que creemos único y completo. En las dos series fotográficas que componen Gabinete de Sombras, se respira un premeditado distanciamiento que nos obliga a ir más allá de los dos géneros históricos escogidos: el bodegón y el retrato, para reflexionar desde dispositivos de perplejidad. Susana Blas