Psicoanálisis y música. ¿Una articulación posible?

Psicoanálisis y música. ¿Una articulación posible?
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Los sonidos de la música tienen un efecto sobre el cuerpo de quien los escucha: ese cuerpo puede concebirse como conmocionado por un goce desconocido, que tal vez sea posible denominar goce estético. ¿Qué magia condiciona tal hechizo de la música?
La música tiene la potencialidad de abrir, por un instante, una hendidura en el mundo de confortables certidumbres que los sujetos habitan. Por un instante el sujeto “es escuchado” por la música, como si ella supiera sobre la “verdadera” esencia del sujeto, aquella que el sujeto mismo desconoce: el vacío que constituye el núcleo de su ser. El arte proporciona un modo de contactar con “lo que fue” el cuerpo “antes” del significante, de adentrarse en territorios desconocidos… pero se detiene en el umbral del mundo innombrable.
¿Por qué hay tan poco escrito respecto de los posibles vínculos, correspondencias y relaciones entre la música y el psicoanálisis? Susana Arazi nos brinda en sucesivos capítulos los instrumentos conceptuales de los que se vale la música para armar, para articular y transmitir ese complejo artefacto que es una composición musical. Porque es eso: una máquina armada con arte que tramite algo cuyo sentido y significación es imposible de circunscribir con palabras. Poco después agregará que la música no da respuestas pero sirve de apoyo y sustento a una pregunta dando así abrigo a lo Real.
El texto reitera que sólo es posible la música si la lengua ya ha humanizado al ser humano, si el lenguaje se ha hecho cuerpo. Sólo porque hay lenguaje es que hay música aunque ésta preexista a la apropiación de la palabra por un sujeto.
Un libro vale por lo que dice, por lo que es capaz de enhebrar conceptualmente, pero también por lo que sugiere, por las perspectivas que abre, por territorios vírgenes a explorar, incluso por sus mismos límites.