Tras publicar
Mujeres excelentes, la editorial Gatopardo nos ofrece una segunda novela de Barbara Pym que conecta con el espíritu de la anterior. En un Londres en el que la máxima amenaza para la actividad cultural es el auge de la televisión, se debaten una serie de personajes, un tanto grises, que se han conocido en un congreso para profesionales del mundo de la edición: solteros, solteras y casados infelices, de mediana edad, viven sus vidas con discreción y un elevado interés por lo que hacen sus vecinos. Visten ropa de tweed y zapatos cómodos para pasear por Kensington, Bond Street y algún que otro cementerio, mientras piensan en los poetas metafísicos, buscando alguno que haya caído en el olvido. Dulcie y Viola, ambas solteras, manifiestan una pre dilección por el mismo hombre, Alwyn Forbes, hermano de un cura, abandonado por su mujer y enamoriscado de la joven sobrina de Dulcie, recién llegada a la capital para estudiar y que ya cuenta con dos pretendientes en la ciudad. Con un gran sentido del humor, Pym posee la genialidad de conseguir que los personajes grises cobren tintes deslumbrantes, haciendo de la cotidianidad un acto excepcional que puede ser vivido como algo extraordinario.