James Boswell visita al profesor Kant


James Boswell visita al profesor Kant

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¿Visitó James Boswell a Immanuel Kant? Así parece atestiguarlo este «pasaje desconocido del Diario de Boswell», inédito hasta ahora en castellano, y descubierto en 1979 en el castillo de Balmeanach, islas Hébridas interiores, en el llamado Manuscrito de Muck. Este nuevo fragmento encaja en un lapso hasta ahora no documentado en los «Diarios» de Boswell.
El lector curioso encontrará en este texto, editado en versión bilingüe, el detallado relato del encuentro entre Boswell y Kant, tal cual Boswell lo describió en su diario durante su visita a Königsberg, en abril de 1784; que se suma a las conversaciones clásicas del autor con Samuel Johnson, Voltaire, Rousseau y David Hume.
La traducción corre a cargo de Miguel Martínez-Lage (1961-2011), Premio Nacional de Traducción en 2008.
Como reza la contracubierta del libro, el lector encontrará en este James Boswell visita al profesor Kantun pasaje del Diario de Boswell «hasta ahora desconocido, encontrado en el Castillo de Balmeanach, en la Isla de Muck, Hébridas Interiores , preparado para la imprenta por un caballero, y publicado con permiso del propietario del manuscrito, el difunto Señor de Muck». Pero también una exquisita edición bilingüe, traducida por Miguel Martínez-Lage, Premio Nacional de Traducción en 2008 por su versión de Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, publicada en Acantilado.
James Boswell (Edimburgo, 1740 - Londres, 1795) no solo inventó la biografía tal como hoy la entendemos, sino que también fue capaz de dar forma a un género tan característicamente moderno como es la entrevista. El resultado de sus conversaciones dio lugar a auténticas joyas, como los encuentros con Johnson, que materializó en su conocida Vida de Samuel Johnson, así como con Voltaire, Rousseau y David Hume, en este caso ya en su lecho de muerte, donde el filósofo hizo profesión de fe en su ateísmo. Sus entrevistas son ante todo las de un admirador deseoso de empaparse de las cualidades que apreciaba en los «grandes hombres».
«James Boswell quiso ser demasiadas cosas, pero sólo consiguió la única de la que su acerada vanidad no podría disfrutar en vida: la posteridad literaria», asegura Marcos Giralt. Y es que habría que esperar al siglo XX para que se redescubriera la mayoría de su correspondencia, diarios y notas, revalorizándose desde entonces su figura hasta adquirir la dimensión e importancia que conocemos hoy.
El lector curioso encontrará en este texto, editado en versión bilingüe, el detallado relato del encuentro entre Boswell y Kant, tal cual Boswell lo describió en su diario durante su visita a Königsberg, en abril de 1784; que se suma a las conversaciones clásicas del autor con Samuel Johnson, Voltaire, Rousseau y David Hume.
La traducción corre a cargo de Miguel Martínez-Lage (1961-2011), Premio Nacional de Traducción en 2008.
Como reza la contracubierta del libro, el lector encontrará en este James Boswell visita al profesor Kantun pasaje del Diario de Boswell «hasta ahora desconocido, encontrado en el Castillo de Balmeanach, en la Isla de Muck, Hébridas Interiores , preparado para la imprenta por un caballero, y publicado con permiso del propietario del manuscrito, el difunto Señor de Muck». Pero también una exquisita edición bilingüe, traducida por Miguel Martínez-Lage, Premio Nacional de Traducción en 2008 por su versión de Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, publicada en Acantilado.
James Boswell (Edimburgo, 1740 - Londres, 1795) no solo inventó la biografía tal como hoy la entendemos, sino que también fue capaz de dar forma a un género tan característicamente moderno como es la entrevista. El resultado de sus conversaciones dio lugar a auténticas joyas, como los encuentros con Johnson, que materializó en su conocida Vida de Samuel Johnson, así como con Voltaire, Rousseau y David Hume, en este caso ya en su lecho de muerte, donde el filósofo hizo profesión de fe en su ateísmo. Sus entrevistas son ante todo las de un admirador deseoso de empaparse de las cualidades que apreciaba en los «grandes hombres».
«James Boswell quiso ser demasiadas cosas, pero sólo consiguió la única de la que su acerada vanidad no podría disfrutar en vida: la posteridad literaria», asegura Marcos Giralt. Y es que habría que esperar al siglo XX para que se redescubriera la mayoría de su correspondencia, diarios y notas, revalorizándose desde entonces su figura hasta adquirir la dimensión e importancia que conocemos hoy.