A cuento de nada

A cuento de nada
Supe que era para mí cuando se sonrojó al decir su nombre y presentarse. Su ternura me desarmó.
Tan frágil y delicada y a la vez tan mujer. Quería poseerla, cuidarla, amarla, matar por ella. En fin, qué os voy a contar. Tendría apenas diecinueve años y enseguida salió de la habitación.
-La quiero a ella- le dije a la madame.